La primera mujer de la ciencia
22 diciembre 2009

La primera mujer de la ciencia

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Alejandría fue cuna de grandes científicos entre los que se incluyen famosos matemáticos, filósofos y astrónomos, pero no sólo el género masculino ha colaborado en el prestigio de esta ciudad. Una profesora de la Universidad de Málaga ha publicado un libro sobre la vida y obra de Hipatia, científica, filósofa y pionera en una ciencia dominada por hombres.

Alejandría fue cuna de grandes científicos entre los que se incluyen famosos matemáticos, filósofos y astrónomos, pero no sólo el género masculino ha colaborado en el prestigio de esta ciudad. En pleno siglo IV d.C., entre ellos se encontraba una joven de familia adinerada que no se conformó con cumplir las normas que el contexto tardoantiguo tenía reservadas para la mujer.

Hipatia es la primera científica de la que se tiene constancia y una de las impulsoras del pensamiento neoplatonista en el seno pagano de esta provincia egipcia. A la postre, su prestigio y su autoridad en la sociedad alejandrina, en un momento donde el cristianismo llegaba para quedarse de la mano del Imperio Romano, le costarían la muerte.

A este respecto, la profesora de Historia Antigua Clelia Martínez Maza analiza en su libro Hipatia de Alejandría: la última filósofa de la Antigüedad la situación de la histórica capital a través del enfrentamiento entre paganos y cristianos. “Ella se dio a conocer en un contexto muy difícil para las mujeres, donde el papel convencional de las féminas era la dedicación a las tareas del hogar”, explica Martínez Maza. Su padre, un prestigioso matemático, fomentó desde la niñez de Hipatia su interés por la ciencia y la filosofía, para más tarde convertirse en la filósofa de moda del neoplatonismo.

A pesar de su labor docente, no se conserva ningún documento de su autoría que nos traslade su pensamiento hasta nuestros días. Lo que sí queda patente en las obras de sus alumnos, como las de Sinesio, es que Hipatia siempre defendió el papel de la mujer en la educación. “Sobre Hipatia hay pocos datos, afirma la autora, por lo que ha sido necesario sintetizar cada matiz para poder conjugarlos en esta obra”.

La primera mujer de la ciencia
Hypatia, por Charles William Mitchell (1885). Técnica: óleo sobre tela. /Wikimedia Commons

Además de la filosofía, la ciencia fue también un campo donde Hipatia, influida por su padre, el prestigioso matemático Teón, decidió participar en calidad de comentarista, una labor muy frecuente por aquel entonces. Pero, pronto no tardaría en añadir nuevas propuestas en sus comentarios, como es el caso del realizado a la Aritmética de Diofanto, donde añade varias fórmulas algebraicas, o los de las Crónicas de Apolonio y La sintaxis de Ptolomeo, textos que influirían en siglos posteriores investigadores ilustres como Kepler o Halley, entre otros. En este último título, Hipatia llegó incluso a modificar las tablas ptolemaicas tomando como referencia a la estrella Sirio –la que más brilla en Alejandría- en vez del Sol, con lo que compensó las teorías de Ptolomeo. También en la mecánica, aplicada sobre todo a sus investigaciones astronómicas, centró gran parte de sus esfuerzos, lo que dio como resultado la invención de instrumentos como el astrolabio, el planisferio o el hidroscopio para medir densidades.

En la sociedad del momento Hipatia sin duda tuvo un papel muy destacado. Su influencia se hacía notar tanto en grupos paganos como cristianos. “Finalmente, y aunque siempre se mantuvo al margen del conflicto confesional, asegura Martínez Maza, dicha influencia acabó por convertirse en un obstáculo para algunos líderes locales como Cirilo, de quien se sospecha que estuvo detrás de su planeada muerte en el 415 d.C.”.

A lo largo de la historia se le ha descrito como una filósofa carismática que consiguió trasladar las teorías neoplatónicas y asentarlas en la conciencia de sus discípulos, que en alguno de los casos serían más tarde grandes científicos. Su figura se ha llevado recientemente a la gran pantalla con la última película del director español Alejandro Amenábar, que “ha sabido recrear, señala la profesora Martínez Maza, la Alejandría del momento a pesar de no ajustarse en demasía su edad. Hay muchos problemas, por la carencia de documentación, a la hora de consensuar la edad de su muerte”.

En lo que sí coinciden los autores es que Hipatia no sólo dejó una huella imborrable en la ciencia, sino que su condición de mujer en plena época tardoantigua y la influencia que logró alcanzar, hacen que su legado sea aún más meritorio. Tanto, que habría que esperar varios siglos para que ya en 1620 con la astrónoma polaca María Cunitz, se volviera a tener constancia de otra mujer relevante por su por su trabajo científico.